Cine de barrio

José Manuel Quesada, soñador donde los haya, después de un periodo trabajando, le gustaba gastar su dinero en los pequeños placeres y caprichos de la vida. Una vez que reunió el dinero suficiente, se compró un proyector profesional, como a él le gustaba decir.

Entonces montó una improvisada sala de cine en el garaje familiar, y se dedicó a coger en alquiler películas antiguas, de las decadentes distribuidoras locales. Recuerdo ir con él allá donde le recomendaban, normalmente establecimientos donde operaban pequeñas distribuidoras, que alquilaban películas que ya estaban fuera del circuito comercial.

Ya por entonces estaba tomando fuerza los video clubs, pero imagino que lo del proyector de cine era una vieja ilusión de José Manuel y de ahí su adquisición.

Una vez reunió a toda la chiquillería de la calle para ver una película de kárate, pero por error, el amigo José Manuel puso un rollo de una película X subida de tono, que él había traído para disfrutarla en intimidad. Estaba protagonizada por Ágata Lys, y pertenecía a la etapa del destape.

Los esfuerzos de aquel hombre intentando abrirse paso entre la chiquillería, para parar la proyección eran dignos de ver.

Como había invitado a la sesión a toda la calle, quiso el diablo que su tía Carmelita apareciera en ese momento, Al ver la escena se le salieron los ojos de las orbitas, mientras le decía:

—¿Pero qué haces hijo-el-diablo? ¿Tú estás loco desgraciado? ¿No ves a los chiquillos?

José Manuel, no sabiendo a qué atender, por fin pudo desenchufar el proyector ante las quejas y abucheos de la chiquillería.

Pronto, como todos los caprichos, el proyector quedó olvidado.

Cine de barrio - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez