Eso es que le han echado algo

Esta frase se decía en voz baja, refiriéndose a alguna persona que caía en desgracia perdiendo la fortuna, la familia o padeciendo una enfermedad repentina. Lo achacaban a un mal oficio o mal de ojo que se le había echado.

Durante años, por el aislamiento geográfico o por nuestra relación con las islas del Caribe, se buscaba respuesta a lo inexplicable en “la brujería”.

Mi abuelo Gregorio fue el que me contó las primeras historias exotéricas, siempre referidas a su persona, pues no solía hablar de lo que no había vivido personalmente.  Cuando él era niño, el fuego no era tan fácil de obtener como ahora, y debía recorrer kilómetros para pedirlo donde lo veía encendido. Desde donde él vivía, cerca del cruce de Sardina, llegó a buscarlo en Barrial, Nido Cuervo o El Barrio.

En una ocasión al caer la noche vio como a lo lejos había más luces de lo corriente, le preguntó a su hermano mayor por ellas, y este le dijo en voz alta:

—¡Son las brujas!

En ese momento el hermano recibió un fuerte cachetón que lo dejó inconsciente. Todo esto me lo relató en voz baja, sobre todo al nombrar la palabra brujas.

En otra ocasión, me comentó que de camino a Las Palmas para ir al cuartel, cuando iba por Llano Alegre, creyó toparse con una; pero que igual que apareció se esfumó, no sin antes indicarle un atajo que le ahorró mucho camino. Esta zona era conocida porque según la leyenda era donde celebraban los aquelarres. Según él, las brujas desaparecieron todas después de la guerra civil.

También mi madre me contó alguna historia de brujas, pero siempre relacionadas con los recién nacidos. Existía la creencia que solían dar muerte a los niños no bautizados para impedir su salvación. El día especialmente peligroso era la noche anterior al bautizo y se solía montar guardia para evitar cualquier desgracia.

Otro rito que se realizaba ese día, siempre al anochecer, era santiguar al niño contra el mal de ojo, pues si no se “cortaba” antes de acristianar al infante, este se retrasaba en su desarrollo, llegando incluso a morir.

Todas estas supersticiones eran motivadas por la alta mortalidad infantil, la escasa formación y la falta de acceso a la medicina.

Eso es que le han echado algo - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez