Cuatro por cuatro

Estaba a punto de comenzar las vacaciones de verano del setenta y nueve, y no teníamos clases por la tarde. Entonces Juan Manuel nos invitó a varios compañeros de clase a dar una vuelta a la playa del Agujero con el cuatro latas de su padre. Por supuesto no tenía carnet de conducir, solo tendría catorce o quince años.

Él y Félix siempre fueron aficionados a los rallies y fueron el piloto y el copiloto respectivamente. Así que subimos los cuatro adolescentes en el cuatro latas, ellos delante y detrás conmigo creo que iba Roberto o Sándalo. Partimos rumbo a la playa, pero después de estar dando vueltas más de una hora se acordó que su padre estaba a punto de llegar del aeropuerto y decidió volver.

Al llegar lo metió en uno de los cuartos o garajes que había en el polideportivo y con objeto de que su padre no lo descubriese, le abrió el capó y todas las puertas para acelerar su refrigeración.

Aún no había terminado de abrir la última cuando nos encontramos a la madre de Juan Manuel frente a nosotros, en la acera y apoyada en el murillo con cara de pocos amigos. Todos aguantamos el chaparrón sin decir palabra. Pero el hijo fue el mejor que lo encajó, porque lo que realmente le preocupaba era la reacción de su padre. Tenía la esperanza de convencerla para que no se lo contase al marido.

Años más tarde cuando ambos tuvimos novia, se dio la coincidencia que las dos eran vecinas. Muchas veces nos encontrábamos cuando regresábamos a sus respectivas casas.

Recuerdo que una noche que íbamos por Rojas, a la altura del pilar y antes de llegar al molino, a la novia de Juan Manuel se le quedó trabado un tacón entre los barrotes de la rejilla que recogía el agua de lluvia. A Tere y a mí nos dio un ataque de risa al ver a ambos tirando del pie. El hipo que me entra siempre que me río sin control, me duró hasta el final del trayecto.

Al poco tiempo Juan Manuel «heredó» el cuatro latas. Muchas veces nos invitaron a salir con ellos en el coche donde años antes fuimos de excursión.

Fotos: Rojas a la altura del pilar y un cuatro latas.

Cuatro por cuatro - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez