De riguroso Luto

Recuerdo que en mi niñez era muy frecuente ver a las mujeres vestir de negro de la cabeza a los pies. Éste, siguiendo una norma no escrita, duraba un tiempo determinado, dependiendo del grado de parentesco del difunto. Era habitual que nuestras madres negociaran con sus hermanos y cuñados, el tiempo que sus hijos debíamos guardarlo.

Las que lo soportaban más estrictamente eran las viudas, algunas vestían de negro durante el resto de su vida. Aunque el mismo se podía aliviar un poco en la intimidad. Éste consistía en pañuelo anudado a la cabeza, combinación, traje, rebeca, delantal, medias y zapatos negros.

Cuando ya creía desterrada esta costumbre, por poco me vi envuelto en un accidente mortal por su culpa. Iba conduciendo de noche cerrada camino de casa cuando desde lejos vi una caja blanca saltando en medio de la carretera. Como me sorprendió y la vía no estaba iluminada, apliqué la luz larga, y entonces pude ver de lo que se trataba en realidad.

Una señora, totalmente vestida de negro, iba por dentro del carril, caminando hacia nosotros. Gracias a la caja blanca de aceite Happyday que llevaba en la cabeza, dando saltitos a cada paso que daba, no la atropellamos. Ni a ella, ni al niño que iba enredando a su alrededor, y que solo vimos al acercarnos más. Realmente, fue un día feliz para todos, gracias a que la viuda llevaba esa caja blanca en la cabeza.

De riguroso Luto - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez