En la cola del banco

—Señor, su dinero, disculpe las molestias.

—Muchas gracias—, le dije y seguí absorto en mis pensamientos:

«¡Oh, Dios mío! A pesar de que la cajera me lo ha dado en billetes grandes sigue abultando demasiado y para colmo no traje nada para transportarlo; es mucho dinero para llevarlo en el bolsillo.

»Me he fijado en esa chica que está a mi derecha mientras estaba haciendo cola, lleva allí mucho tiempo y no hace más que fijarse en las personas que sacan dinero. Hasta ahora creo que soy yo quien más cantidad ha sacado. Seguramente pertenece a una banda de atracadores y tiene un cómplice en el exterior del banco preparado para que a una señal suya...

»No sé qué hacer, es todo lo que tengo, después de seis meses de trabajo y de lo que tuve que esperar por este cheque no quiero perderlo ahora que por fin lo tengo en mis manos. He estado semanas detrás del cliente para que lo firmara. Luego, cuando llega mi turno y la cajera está esperando que el ordenador le dé el visto bueno a la operación se va la luz.

»Tuve que esperar más de media hora a que recuperase la conexión con el ordenador central, pues según ella no me lo podía abonar porque se fue la luz antes de la confirmación, ni tampoco me podía devolver el cheque para cobrarlo en otro momento, porque ya estaba sellado como pagado.

»Y ahora que por fin tengo mi dinero, no quiero arriesgarme a perderlo. Se lo voy a pedir, le va a extrañar después de haberla tachado de irresponsable e incompetente. ¿A quién se le ocurre sellar el pago sin verificar la transacción? ¿Por qué no tienen ningún procedimiento previsto para estos casos? Pero aun así se lo pediré, al fin y al cabo solo le dije que quería hablar con el director. Ya sé que la puse en un compromiso,  y que probablemente le hubiese costado el puesto. Por suerte volvió la luz en ese momento.

»Parece buena chica y he mirado de reojo y la delincuente sigue allí. Adelante, dilo ya, que hay mucha gente esperando en la cola y se estarán preguntando qué hago inmóvil con los billetes en la mano».

—Perdone señorita, quiero abrir una cuenta e ingresarlo todo.

En la cola del banco - (c) - Rito Santiago Moreno Rodríguez