Estampa familiar

Después de la guerra, las familias querían progresar, pero el gobierno desde el nodo y la iglesia desde el púlpito les pedían procrear. Mis padres, campesinos humildes y obedientes, siguieron esas recomendaciones al pie de la letra. Y como muestra de ello, aquí mi primera foto familiar.

Imagino a mi padre asomándose a la  puerta de la calle y llamándonos para la foto. Siempre lanzaba su silbido de zafarrancho, que tenía la cualidad de reunirnos en casa sin necesidad de realizar una segunda convocatoria.

Él aparece con la piel curtida y ojos encandilados de trabajar de sol a sol. Mi madre, que amorosamente me acogía en su regazo, me acariciaba con sus agrietadas manos. Nosotros como niños que éramos no parábamos ni un momento. Todavía no me explico como el fotógrafo consiguió captar nuestra atención durante esos poco segundos.

En la fila de atrás mi hermana Mela, que por ser la mayor se atrevió a romper el hielo y arrebató la boina a mi padre; la lució como lo haría cualquier actriz francesa del momento.  Inmaculada y Tono con esa sonrisa contenida, probablemente motivada por las travesuras de los más pequeños: Pablo y Lina, que a su vez desviaban la mirada de la cámara temiendo que los delatasen. Pepa, aunque quedó un poco aislada del resto, tampoco se quedaba atrás, la prueba de sus travesuras está en las mataduras de sus rodillas. 

Mi abuela, orgullosa vive la escena sosegadamente. Su mirada se me antoja una metáfora de su sufrida vida.

Y como contraste yo, el más pequeño, que empieza a despertar al mundo que le rodea.

Ha pasado mucho tiempo de esa foto, pero al verla no puedo evitar recordar que fuimos felices.  

Estampa de familia - (c) - Rito Santiago Moreno Rodríguez