La romería

Llevaba todo el año pensando en la romería de Las Marías, es la única de la zona que me gusta, pues las otras se celebran de tarde y se propicia el consumo de alcohol. Odio esa imagen del pueblo lleno de borrachos vomitando por las esquinas.

Aquella mañana me levanté más temprano que de costumbre, me vestí de típico, subí al coche y sin saber muy bien cómo, seguí mi rutina diaria continuando por la autovía rumbo a Las Palmas.

Cuando llegué al aparcamiento todo parecía normal, como cualquier otro día de trabajo. ¿Realmente era domingo? Últimamente estaba trabajando mucho en el proyecto de automatización de la Graciosa y había perdido un poco la noción del tiempo. Como me había dejado el móvil en casa y me daba apuro preguntar, decidí que lo mejor sería llegar a la oficina, encender el ordenador y salir de dudas. Primero vi a la mujer de la limpieza del edificio Mapfre sacando la basura, luego a los vendedores del mercado del puerto descargando sus mercancías. Cuando llegué a la empresa y el segurita de la puerta me miró con extrañeza, me tranquilicé, pues pensé que se extrañaba de verme en domingo. Decidí no darle mayor importancia y llamé al ascensor, al fin y al cabo los vigilantes estaban todos los días de la semana y no estaba dispuesto a preguntarle. Cuando se abrieron las puertas todo era distinto; los pisos de mármol, paredes de los despachos revestidas de maderas nobles y las puertas de los servicios camufladas. Estaba en la planta de dirección, como aquí tampoco me iba a enterar de que día era, pues desde que nos compraron los italianos no sabían de horarios. Entonces decidí volver al ascensor y bajar a mi planta, seguro que allí saldría de dudas.

Esta vez sí paró en ella. Lo primero que oí fue a un compañero que decía:

—¡Coño, Rito! ¿No te basta con traer el sombrero, que ahora vienes con la vestimenta completa?

—Eso es, con dos cojones.

Todavía sonriendo, al darme la vuelta me tropecé con Francesco y su impecable traje de Armani que me miró sorprendido y me preguntó:

—Rito! Cosa hai indossato?

—Perdón, es la ropa típica de La Graciosa.

—Ah sí, quel progetto di automazione.

—No es solo eso, es algo más, es un pueblo con sus costumbres y tradiciones. Permíteme que te lo explique.

A la semana siguiente me ascendieron y nunca supe cómo olvidé ir de romería aquel domingo, lo único que tengo claro es que tras este ascenso, me puedo ir olvidando de los tenderetes. 

Romería - (c) - Rito Santiago Moreno Rodríguez