La ventana

Las tardes que la tradición establecía como de visita para los novios, mi hermana, tras prepararse, se sentaba junto a la ventana esperando su llegada. Cuando lo veía  acercarse, se levantaba precipitadamente, se acercaba al comodín y se retocaba peinado y vestido. Luego se quedaba esperando tras  la puerta hasta que oía el suave toque de sus nudillos en la madera. Allí, sentados en las duras sillas de formica del zaguán, permanecían conversando durante horas, proyectando sus sueños, diseñando su futuro juntos.

© Rito Santiago Moreno Rodríguez