Las puestas en marcha
Después del periodo de prueba en la empresa, me integré por completo en el equipo de protecciones dirigido por don José Torres. En las puestas en marcha siempre iba con mi amigo y compañero de mil y una batallas, Manolo Falcón.
Recuerdo que en uno de los primeros días con él, se me acercó y me dijo:
—Hoy tenemos un corte en Arucas.
Yo que estaba acostumbrado a trabajar en plataneras, en un primer momento pensé:
—¡Dios mío, ni aquí me voy a librar de cargar racimos!
Pues así llamábamos a le recogida de los racimos de plátanos tras cortarlos de la planta. Luego entendí que era un corte de suministro programado para labores de mantenimiento de la posición en la subestación eléctrica.
A pesar de trabajar muchas horas en la puesta en servicio, el tiempo se nos iba volando y perdíamos la noción del tiempo. Cada prueba que nos salía bien era una victoria y la celebrábamos como tal. De él aprendí el oficio y de José Torres obtuve la base teórica tanto en electrotecnia como en electrónica. Realmente formábamos un gran equipo.
Revisábamos la instalación completa, celda a celda, circuito a circuito. A veces cuando le preguntaba por el resultado de una comprobación o medición, me respondía:
—A la “cojonesima”. —Indicando con eso que la prueba era satisfactoria
Teníamos un lenguaje particular, por ejemplo: Al multímetro o téster lo llamábamos testículo.
Recuerdo una vez que Manolo, que al ser menos corpulento que yo, estaba inclinado hacia adelante dentro de un armario de control, muy estrecho, localizando una avería. De pronto me dice:
—Rito, alcánzame el testículo. —Mientras sacaba la mano por medio de sus piernas abiertas, moviendo los dedos como el que toca la guitarra o palpa algo.
El resto de nosotros nos empezamos a reír. Manolo, como llevaba un rato con el brazo extendido sin obtener el aparato, se incorporó sin entender lo que estaba pasando.
Entonces le dije:
—¡Coño Manolo! En esa postura tuya se podría interpretar mal lo que me pides.
Manolo tiene una gran formación y experiencia en automatismos, e interpretaba los esquemas como nadie.
Recuerdo que antes de que se generalizasen los autómatas programables, se interesó por ellos. Yo que había visto algo durante la carrera y había programado un poco en lenguaje máquina, le di unas pequeñas nociones. A la vuelta de un par de meses nos daba mil vueltas a todos.
El amigo Manolo se jubiló hace ya cinco años y aún lo echo de menos.
Foto: Manolo Falcón delante de un armario de protecciones.
Las puestas en marcha - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez