Una excursión inolvidable

De todas las excursiones que hice a la montaña de Amagro, ésta es la que recuerdo más vivamente; no porque fuese la mejor, sino porque la repetí dos veces el mismo día.

Aprovechando que ya no teníamos clase en el instituto, Manolo Medina, Juan Pedro y yo planeamos esa excursión. No recuerdo muy bien cuál fue el punto de salida, pero Juan Pedro se presentó en él con su hermano pequeño.

Subimos por la carretera del Roque y llegamos hasta la imagen de la virgen que hay en la base. Tras descansar unos instantes, empezamos el ascenso hasta coronar la cresta que hay a la izquierda. Continuamos por todo lo alto, paralelamente a la carretera en dirección a San Isidro el viejo. Desde allí las vistas de la vega de Gáldar, San Isidro, La Enconada y Los Quintanas eran sorprendentes, hasta al punto que Pepe empezó a impresionarse. Lo cierto es que la ruta, sin llegar a ser peligrosa, le daba algo de emoción a la caminata.

Manolo y yo íbamos delante, Juan Pedro detrás tirando del hermano, mientras le reprendía por estar frenando al grupo. Justo cuando sólo tenía que dar un pequeño saltito para entrar en terreno más llano, Pepe se plantó y ni para atrás, ni para adelante.

Juan Pedro terminó tirando la toalla y lo dejó atrás. Había llegado el momento de replantearnos el futuro de la expedición. O regresábamos, o alguien tendría que sacrificarse y acompañar a Pepe a la civilización. Así que decidí, ya que era el que mejor conocía el terreno, regresar al pueblo con él y que los demás continuaran el camino y ya los alcanzaría.

En el trayecto de regreso, Pepe se fue tranquilizando. En cambio yo empecé a ser consciente de la magnitud del compromiso y empecé a arrepentirme de mi decisión.

A mitad de camino, aunque mi intención era llevarlo hasta las canteras, a su casa, recordé que Juan Pedro me había dicho que su hermana Chona trabajaba en la agencia de viajes que había en la carretera general, frente a la churrería. Cuando llegué a la misma, Pepe se encargó de contactar con ella. Chona me dio las gracias y emprendí el camino de vuelta a la cima de Amagro, donde me esperaban mis amigos.

Foto: María To Tre

Una excursión inolvidable - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez